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Rehabilitación de "Las Cuadras": refugio para un fotógrafo y sus animales. Benidorm
 
arquitectos: jorge frías/irene zurdo
tipología: residencial
clase: obra construida
fecha: 12/2020
cliente/promotor: privado
fotos/imágenes: Mariela Apollonio/estudioji
 
 
 

 

Las Cuadras: El retiro temporal de un fotógrafo y sus grandes animales.

" ... Su lugar para cuidarles ... "

Hace más de 30 años se construyeron unas cuadras para caballos anexas a una vivienda de campo. En ellas nació “Explorador”, el primer caballo de nuestro cliente y el protagonista de esta historia que culmina en este pequeño pero tan espacial proyecto que nos han permitido realizar.

Nuestro cliente, fotógrafo, nos contó que ahora que “Explorador” es muy mayor, ha llegado la hora de estar cerca de él. Para ello, nos propuso reconvertir sus cuadras, que actualmente estaban en desuso y en inicio de ruina, en un lugar sin una definición concreta. Sólo un espacio donde poder ir a mirar a sus animales en el campo, poder trabajar sus fotografías y hacer arroz.

Para nosotros ha sido un encargo muy personal ya que el lugar estaba cargado simbolismo y de historia, y fue ese sentimiento el que hemos intentado transmitir y mantener con nuestra actuación.

Tuvimos claro que este debía ser un lugar para el recuerdo donde hubo una convivencia con sus animales que nunca se debe perder.


" ... Buscábamos un espacio que hablase de lo que fué y no de lo que es ... "

 
 
 
 
 
 

Idea y Concepto

Como idea o elementos con los que trabajamos fueron “los pasos”, “las huellas”; Huellas marcadas que no desaparecen. En este caso contábamos físicamente con estas huellas usadas y desgastadas: Las herraduras de “Explorador” junto a otras de otros compañeros que se criaron con él.

Mantenemos la nave principal de las cuadras y la idea de sombrear su porche delantero. Como idea trabajamos en una pieza protegida por un “árbol sintético” que resguarda, da sombra y recrea un pequeño bosque.


 

 

 

Actuación exterior

Para comenzar vaciamos la nave longitudinal de 11 x 4 metros aproximadamente, anteriormente dividida en 4 estancias. Mantenemos sus muros de bloque de hormigón y su cubierta. Hacia el exterior despejamos construcciones aledañas para buscar la montaña escondida (Serra Gelada).

Cuando tuvimos el volumen vacío, abrimos un gran hueco en un extremo que mira al campo de los animales y entre la pieza y campo: un patio amarillo con huecos que privatizan el interior y enmarcan a los animales para observarles y ellos asomarse.

 

 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

Las fachadas

 

La fachada es variante y reacciona según orientación y usos en su interior:

Fachadas sur y oeste: Donde se ubican cocina, salón, comedor, dormitorio, se ha horadado el muro existente con un ritmo de huecos en forma de herradura a través de los cuales pasa la luz y convierten esos accesos en una celosía que habla directamente del pasado del edificio.

 

“…las huellas se elevan y se convierten en luz…”

 

Fachada este: Patio inglés amarillo y huecos que miran al campo.

Fachada norte: Huecos circulares de ventilación cruzada y que actuarán de lámparas retroiluminadas.

 
Alzado sur
 
Alzado este
 
Alzado oeste
 

El interior

 

Buscábamos un espacio variante y abierto en usos, pero que a su vez contuviese lo esencial para vivir: 1 cocina, 1 baño, 1 cama, 1 mesa, 1 sofá.

Para ello realizamos una única pieza “mecanismo” en madera de pino que recorre el perímetro interior y que se va transformando según van surgiendo los diferentes usos.

Era fundamental mantener la idea de que desde cualquier punto podamos ver el campo de los animales.

Se trata de único espacio en el que los propios elementos de madera lo dividen por usos.

Finalmente, en menos de 40 m2 conseguimos:

1 cocina completa, 1 mesa de comedor de 180 x 75 cm, un sofá adaptado y móvil de 180 cm, un baño completo, un escritorio con banco, una cama de 150 x 190 cm junto al campo de caballos y burros y una galería para exponer sus fotografías que consiste en una balda longitudinal que recorre todas las estancias.

Un detalle muy espacial ha sido la oportunidad incrustar las herraduras usadas y desgastadas de los caballos en los pavimentos, recreando ese recuerdo imborrable del paso de sus animales por el interior.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

El árbol protector: la fachada exterior

Originalmente, las cuadras contaba con una pequeña cubierta anclada a la fachada principal.

En el proceso de recuperación de elementos y de ahorro económico, reutilizamos dicha estructura metálica elevándola sobre la nave principal y sosteniéndola por un “bosque de finos pilares” coloreados y aparentemente sin un orden lógico.

La idea ha sido recrear un “árbol sintético” de policarbonato que crece y se deforma en su perímetro reaccionando según los pasos que debe proteger y culminando en una gran dilatación que se convierte en el nuevo resguardo de los animales.

El resultado es una pieza ligera, que deja pasar la luz tamizada por las 2 capas de policarbonato, que da sombra y que consigue que el aire recircule y refresque el porche de entrada.

 
 
 
 
 
 
 
 
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